jueves, 5 de mayo de 2022

01. LA EDUCACIÓN REAL TIENE COMO CENTRO A LA FAMILIA.

EL SISTEMA de educación establecido en el Edén tenía por centro la familia. Adán era "hijo de Dios"*Lucas 3:38, y de su Padre recibieron instrucción los hijos del Altísimo. Su escuela era, en el más exacto sentido de la palabra, una escuela de familia.

EN EL PLAN DIVINO DE LA EDUCACIÓN, adaptado a la condición del hombre después de la caída, Cristo figura como representante del Padre, como eslabón de unión entre Dios y el hombre; él es el gran Maestro de la humanidad, y dispuso que los hombres y mujeres fuesen representantes suyos. La familia era la escuela, y los padres eran los maestros.

LA EDUCACIÓN que tenía por centro la familia fue la que prevaleció en los días de los patriarcas. Dios proveyó, para las escuelas así establecidas, las condiciones más favorables para el desarrollo del carácter. Las personas que estaban bajo su dirección seguían el plan de vida que Dios había indicado al principio. 

LOS QUE SE SEPARARON DE DIOS se edificaron ciudades y, congregados en ellas, se gloriaban del esplendor, el lujo y el vicio que hace de las ciudades de hoy el orgullo del mundo y su maldición. 

PERO LOS HOMBRES que se aferraban a los principios de vida de Dios moraban en los campos y cerros. Cultivaban la 34 tierra, cuidaban rebaños, y en su vida libre e independiente, llena de oportunidades para trabajar, estudiar y meditar, aprendían de Dios y enseñaban a sus hijos sus obras y caminos.

TAL ERA EL MÉTODO EDUCATIVO que Dios deseaba establecer en Israel. Pero cuando los israelitas fueron sacados de Egipto, había pocos entre ellos preparados para ser colaboradores con Dios en la educación de sus hijos. Los padres mismos necesitaban instrucción y disciplina. Puesto que habían sido esclavos durante toda su vida, eran ignorantes, incultos y degradados. Tenían poco conocimiento de Dios y escasa fe en él. Estaban confundidos por enseñanzas falsas y corrompidos por su largo contacto con el paganismo. 

DIOS DESEABA elevarlos a un nivel moral más alto, y con este propósito trató de inculcarles el conocimiento de sí mismo.

MIENTRAS ERRABAN POR EL DESIERTO, en sus marchas de aquí para allá, en su exposición al hambre, la sed y el cansancio, bajo la amenaza de enemigos paganos, y en las manifestaciones de la Providencia que obraba para librarlos, Dios, al revelarles el poder que actuaba continuamente para bien de ellos, trataba de fortalecer su fe. Y habiéndoles enseñado a confiar en su amor y poder, era su propósito presentarles, en los preceptos de su ley, la norma de carácter que, por medio de su gracia, deseaba que alcanzaran. Durante su permanencia en el Sinaí, Israel recibió lecciones preciosas.  

FUE UN PERÍODO DE PREPARACIÓN ESPECIAL para cuando heredaran la tierra de Canaán. El ambiente allí era más favorable para la realización del propósito de Dios. Sobre la cima del Sinaí, haciendo sombra sobre la llanura donde estaban diseminadas las tiendas del pueblo, descansaba la columna de nube que los había guiado durante 35 el viaje. De noche, una columna de fuego les daba la seguridad de la protección divina y, mientras dormían, caía suavemente sobre el campamento el pan del cielo.

POR TODAS PARTES, las enormes montañas escarpadas hablaban, en su solemne grandeza, de la paciencia y la majestad eternas. Se hizo sentir al hombre su ignorancia y debilidad en presencia de Aquel que "pesó los montes con balanza y con pesas los collados."*Isa. 40:12. 

Allí, por la manifestación de su gloria, Dios trató de impresionar a Israel con la santidad de su carácter y de sus exigencias, y con la excesiva culpabilidad de la desobediencia.

PERO EL PUEBLO ERA TARDO PARA APRENDER LA LECCIÓN. Acostumbrado en Egipto a las representaciones materiales más degradantes de la Deidad, era difícil que concibiera la existencia o el carácter del Invisible.

COMPADECIDO DE SU DEBILIDAD, Dios le dio un símbolo de su presencia. "Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos". *Ex. 25:8.

EN CUANTO a la construcción del santuario como morada de Dios, Moisés recibió instrucciones para hacerlo de acuerdo con el modelo de las cosas que estaban en los cielos. El Señor lo llamó al monte y le reveló las cosas celestiales; y el tabernáculo, con todo lo perteneciente a él, fue hecho a semejanza de ellas.

Así reveló Dios a Israel, al cual deseaba hacer morada suya, su glorioso ideal del carácter. El modelo les fue mostrado en el monte, en ocasión de la promulgación de la ley dada en el Sinaí, y cuando Dios pasó ante Moisés y dijo: "¡Jehová ! ¡Jehová ! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira y grande en misericordia y verdad".* Ex. 34:6. 36

PERO POR SÍ MISMOS, ERAN IMPOTENTES para alcanzar ese ideal. La revelación del Sinaí sólo podía impresionarlos con su necesidad e impotencia.

Otra lección debía enseñar el tabernáculo mediante su servicio de sacrificios: La lección del perdón del pecado y el poder de obedecer para vida, a través del Salvador.

POR MEDIO DE CRISTO se había de cumplir el propósito simbolizado por el tabernáculo: Ese glorioso edificio, cuyas paredes de oro brillante reflejaban en los matices del arco iris las cortinas bordadas con figuras de querubines, la fragancia del incienso que siempre ardía y compenetraba todo, los sacerdotes vestidos con ropas de blancura inmaculada, y en el profundo misterio del recinto interior, sobre el propiciatorio, entre las formas de los ángeles inclinados en adoración, la gloria del lugar santísimo. Dios deseaba que en todo leyese su pueblo su propósito para con el alma humana. 

EL MISMO PROPÓSITO EXPRESÓ EL APÓSTOL PABLO MUCHO DESPUÉS, inspirado por el Espíritu Santo: "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es". *1 Cor. 3:16,17.

GRANDES FUERON el privilegio y el honor otorgados a Israel al encargársele la construcción del santuario, pero grande fue también su responsabilidad. Un pueblo que acababa de escapar de la esclavitud debía erigir en el desierto un edificio de extraordinario esplendor, que requería para su construcción el material más costoso y la mayor habilidad artística. Parecía una empresa estupenda. Pero Aquel que había dado el plano del edificio, se comprometía a cooperar con los constructores. ED/EGW/MHP


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