Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abrahán lo que ha hablado acerca de él. (Génesis 18:19).
De Abrahán está escrito que "fue llamado amigo de Dios", "padre de todos los creyentes" (Santiago 2:23; Romanos 4:11). El testimonio de Dios acerca de este fiel patriarca es: "Oyó Abrahán mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes" (Génesis 26:5)...
Fue un gran honor para
Abrahán ser el padre del pueblo que durante siglos fue
guardián y preservador de la verdad de Dios para el mundo, de aquel pueblo por medio
del cual todas las naciones de la tierra iban a ser
bendecidas con el advenimiento del Mesías
prometido.
El que llamó al patriarca le juzgó digno. Es Dios el que habla.
El que entiende los pensamientos desde antes y desde muy lejos y justiprecia a los hombres, dice: "Lo he conocido".
En lo que tocaba a Abrahán, no traicionaría la verdad por motivos egoístas.
Guardaría la ley y se conduciría recta y justamente.
Y no sólo temería al Señor, sino que también cultivaría la religión en su hogar. Instruiría a su familia en la justicia.
La ley de Dios sería la
norma de su hogar.
La familia de Abrahán comprendía más de mil almas.
Los que por sus
enseñanzas eran inducidos a adorar al Dios único encontraban un hogar en su campamento; y allí, como en una escuela, recibían una instrucción que los preparaba para ser representantes de la verdadera fe.
Así que pesaba sobre Abrahán una gran responsabilidad.
Educaba a los padres de familia, y sus métodos de gobierno eran puestos en práctica en las casas que ellos
presidían...
Abrahán trataba por todos
los medios a su alcance de evitar que los habitantes
de su campamento se mezclaran con los paganos y presenciaran
sus prácticas idólatras; pues sabía muy bien que la
familiaridad con el mal iría corrompiendo insensiblemente
los sanos principios.
Ponía el mayor cuidado en excluir toda forma de religión falsa y en hacer comprender a los suyos la majestad y gloria del Dios viviente como único objeto del culto...
El afecto de Abrahán hacia sus hijos y su casa le movió a resguardar su fe religiosa, y a inculcarles el conocimiento de los estatutos
divinos, como el legado más precioso que pudiera dejarles a ellos y por su medio al mundo.
A todos les enseñó que estaban bajo el gobierno del
Dios del cielo.
No debía haber opresión de parte de los padres, ni
desobediencia de parte de los hijos.
La ley de Dios había designado a cada uno sus obligaciones, y sólo mediante la obediencia a dicha ley se podía obtener la felicidad y la prosperidad. -Patriarcas y profetas, págs. 136, 137. RJ185/EGW/MHP 186
AUDIO. https://www.youtube.com/watch?v=8Z3-UhpjT-I&list=PLtrFh-HO7ogAi4YKz7zJQjd1Lir1aFaVt&index=28&pp=sAQB
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