Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud, nuestras hijas como esquinas labradas como las de un palacio. (Salmo 144:12).
El
primer y más urgente deber que la madre debe a su
Creador es entrenar para El a los hijos que le ha dado... Cuán cuidadoso,
entonces, debiera ser su lenguaje y conducta en la presencia de estos pequeños
alumnos...
Madres, despierten al hecho de que su
influencia y ejemplo están afectando el carácter y el destino de sus hijos; y
que, en vista de su responsabilidad, necesitan desarrollar una mente bien
equilibrada y un carácter puro, que refleje sólo lo verdadero, lo bueno y lo
hermoso.
El compasivo
Redentor está observándolas con amor y simpatía, listo para
escuchar sus oraciones y para brindarles la asistencia que necesitan.
El conoce las cargas
del corazón de cada madre, y es su mejor amigo en toda emergencia. Sus brazos eternos apoyan a la madre fiel que teme a Dios.
Cuando estuvo en
la tierra, tuvo una madre que luchó con la pobreza, que tuvo muchas ansiosas
preocupaciones y perplejidades, y El simpatiza con cada madre cristiana en sus
cuidados y ansiedades.
Aquel Salvador que hizo un
largo viaje con el propósito de aliviar el ansioso corazón de la mujer cuya
hija era poseída por un mal espíritu, oirá las oraciones de la madre y
bendecirá a sus hijos.
El
que devolvió a la viuda su único hijo mientras era
llevado a su entierro, se conmueve por el lamento de la madre afligida.
El
que lloró lágrimas de simpatía ante la tumba de Lázaro,
y devolvió a Marta y María a su hermano sepultado; que perdonó a María Magdalena; que
recordó a su madre cuando estaba pendiendo en
agonía sobre la cruz; que
apareció a las mujeres que lloraban, y las hizo sus mensajeras para esparcir las primeras buenas nuevas de un Salvador
resucitado, Él,
es el mejor amigo de la mujer hoy, y está listo para ayudarla en todas las relaciones de la vida.
Nuestro
Salvador, quien entiende las luchas de nuestro corazón, y conoce las
debilidades de nuestra naturaleza, lamenta nuestras debilidades, perdona
nuestros errores, y derrama sobre nosotros las gracias que deseamos
profundamente.
Gozo, paz,
paciencia, bondad, fe y amor fraternal son los elementos del carácter
cristiano.
Estas preciosas
gracias son el fruto del Espíritu, y la corona y el escudo del cristiano.
Si estas
gracias reinan en el hogar, los hijos son "como plantas crecidas en su
juventud", y las hijas "como esquinas labradas como las de un
palacio".
Estos
dones celestiales
no dependen de las circunstancias ni de la voluntad o del imperfecto juicio del
hombre.
Nada puede dar
más perfecto contentamiento y satisfacción que el cultivo del carácter
cristiano; las más
exaltadas aspiraciones no pueden apuntar a ninguna otra cosa más elevada.
-Signs
of the Times, 9 de septiembre de 1886. RJ162/EGW/MHP 163
AUDIO.
https://www.youtube.com/watch?v=cwPdxD1kH8A&list=PLtrFh-HO7ogAi4YKz7zJQjd1Lir1aFaVt&index=5&pp=sAQB
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